Montag, 19. Mai 2008

Formar Equipo

Existe una característica que se hace evidente en las relaciones interpersonales, se llama desconfianza. No ocurre gran cosa cuando me cruzo en la calle con miles o cientos de personas, ellas pueden ir en mi dirección pero no tenemos contacto, no hablamos, por lo tanto no nos influimos emocionalmente ni sentimentalmente, a no ser que huelan o vayan vestidos de alguna forma que nos moleste, si van en dirección contraria el impacto emocional es menor. En el metro, en el autobús, en el ascensor, en los eventos sociales, en las manifestaciones, en el cine…todos esos sitios en donde la gente se reúne sin conocerse, simplemente pasamos de ellos. Podemos sentir curiosidad y mirar pero pasamos, nos importa un huevo como sean, lo que hagan e incluso lo que piensen.

¡Cómo si se operan!

Muchas veces nos encontramos en un círculo más estrecho de relaciones sociales como en el trabajo, en el club social, en la peña futbolística, en el partido político, en la uni…en estos lugares siento ya un impacto más directo de mi emoción o sentimiento que se traduce en un razonamiento. La gente que me rodea empieza a interesarme y por lo tanto empiezo a conocerla, es aquí donde encuentro el primer impacto, no letal, en mi persona. Podría catalogar y ordenar muchos tipos de personas, de personalidades, que no viene al caso, pero ya tengo que entablar una cierta relación con ellos, ya tengo que hacer el esfuerzo de ser simpático o amable o antipático o cabrón o amoroso o yo qué coño sé. Desde luego un esfuerzo tengo que hacer por conocer a algunos de los que nos encontramos en esas mismas circunstancias. Y aquí viene la madre del cordero, muchas veces el tío ese simpático y amable que en un principio me pareció al cabo de un cierto tiempo se transforma en un hijoputa, pocas veces el cabrón de un principio se convierte en un tío resolutivo, trabajador e incluso, cosa rara, amable.
Todo es un juego de espejos
Hace falta tiempo, paciencia y mucha desesperación para no mandar a tomar por culo todos esos lugares donde se reúne la gente desconocida más cercana con la que trato, con la que trata todo el mundo. Son esos lugares el campo de entrenamiento para las relaciones más cercanas, es aquí donde aprendo a callar y observar. Donde cada día que pasa, más cuesta arriba se me hace representar ese “yo” que me he propuesto mostrar a los demás y que creo con fe que me conviene. Ese “yo” que me he convencido es el que me sienta como anillo al dedo.

¡Qué iluso soy!.

La madre de todas las relaciones, la pareja, cuando conozco a alguien en cualquiera de los campos de entrenamiento, o de concentración debería decir, es cuando no doy crédito a las emociones y sentimientos que me asaltan a cada minuto de mi existencia. De repente es una diosa, al minuto siguiente, es el demonio, más tarde ni una cosa ni otra me digo, es alguien más, alguien normal, de esos que conozco y veo en otros lugares. Si la cosa avanza y paso varios días, tengo que recolocar de nuevo sentimientos, emociones y razonamientos, así una y otra vez, casi día a día.

¡Una locura!

Pero ese color que todo lo tiñe, ese tinte que llamamos sexo, todo lo abarca, todo lo colorea y pasito a pasito se van asentando tantas tormentas emocionales, y así me voy creyendo que la cosa marcha, viento en popa mi emoción navega hacia el feliz puerto a donde dirijo mi nave; al fin del mundo, al abismo despeñánte donde la mar cae a borbotones al vacío. Si, ahí me dirijo, ciego y sordo. Porque la característica principal de las relaciones entre dos personas es la desconfianza. Nadie confía en nadie, por mucho que haga yo o la otra persona, nadie acaba de confiar en el otro. Se puede argumentar todas las teorías que se quiera, se pueden defender las más peregrinas hipótesis sobre la buena fe de las personas. Pero, queridos, nadie confía en nadie, ya puede follar como los ángeles o ya pueden pasar varios siglos de noviazgo que finalmente la confianza no se ve en ninguna parte de todo el espacio mental y emocional que ocupa la pareja.

¿Cómo entonces me voy a enfrentar a la “vida al natural” si la primera condición es “confía en ti”, “confía en los demás”, “confía en la vida”, “confía en tú futuro”?.
No veo esa característica, no está en mi, no está en ti, no está en ellos. Y no me vengas diciendo que no sé ver la buena fe de los demás o la mía propia cuando estoy padeciendo en toda su cruel realidad esta vida sin Heroína, sin anestesia.

8 comentarios:

Anonym hat gesagt…

La confianza no es como el oxigeno que siempre está ahí.
Tampoco es como el agua, aunque se necesita y desea del mismo modo que se desvanece entre las manos.
La confianza tampoco es un nombre registrado al que nos referimos y luego se olvida...
La confianza tiene que ver con el lenguaje del alma, con el contrato energético que esta establece para alimentarse. Siempre hay un nivel suficiente de confianza para hacer un trayecto, un largo trayecto que pasa por varias estaciones, si al respostar el motor no se llena con confianza sucede que el carburador queda tan sucio que se obstruye hasta que se para. Existen casos en que alguien viene todo presuroso con una botella de confianza para rellenar el deposito y cuando le dices que no es suficiente, arremete de forma cruel contra el alma.
Se debería limpiar el carburador, cuidar el motor, se debería ser un gran equipo para llenar lo suficiente el alma con confianza y subir donde lleven los sueños como un cohete....
Definitivamente es mejor moverse en bicicleta, prescindir del alma esa que llena vacíos e ilumina oscuridades y por lo tanto dejar de confiar en cualquier ser que pueda trasladarse sobre dos patas.

tumejoramig@ hat gesagt…

Un paso delante de otro, poco a poco, al ritmo que más nos convenga. A veces es bueno detenerse, tomar aire y comprobar que todo está bien.

Hay personas en las que simplemente se encuentra un algo, un nosequé, que hace que se confíe plenamente en ella, y que se sepa ciertamente, que pueden haber momentos raros, imprevisibles, pero que siempre estará ahí, a tu lado, o esperando con una lona extendida al fondo del acantilado o de la cascada. Alguien que no dejará que la caída sea letal, aunque no pueda evitar el gran susto, y el posible dolor de la propia caida. Sólo existen, están ahí, y aunque no se demuestre, se confía plenamente en ellos.

Y si, no suelen ser los más, siguen siendo una minoría, pero quizás por eso son tan especiales siempre, aunque se pasen meses o años enteros sin saber de ellos.

Otros sin embargo, se van ganando nuestra confianza poco a poco, con el paso del tiempo, con sus hechos, con sus acciones, con su constante presencia en los buenos y en los malos momentos.

Y en la pareja, como en cualquier relación, debería ser igual. Pero la vida es tan corta, tan breve, el refugio en la otra piel se hace tan urgente y necesario como el aire para respirar, que nos lanzamos al vacío sin ver, sin preguntar, sin escuchar más que nuestros instintos, los ecos de su voz en el recuerdo, o lo fugaz de una mirada cautivadora... sin pararse uno a pensar si esa persona es de nuestra confianza...y le exigimos y nos exigen... y negociamos... y transigimos... y no nos gusta lo que pasa, no es lo que queremos, y vemos la realidad de frente, como una losa infranqueable... y otra vez de vuelta a empezar... ¿por que?... porque nos dijeron que la vida es breve y que hay que vivirla día a día, y lo aplicamos a todo, menos al placer de deleitarnos descubriendonos cada día, como si fuera el primer día.

No hay anestesia para vivir la vida. Hay aciertos, hay fallos, hay premios, hay fracasos, y todos son igual de importantes, y ante todos tenemos que tener la misma habilidad para no perder el equilibrio cuando paseamos como funambulistas en esta feria.

Ante cada caída, sólo puede hacerse una cosa, levantarse y seguir.

Un paso delante del otro, poco a poco, al ritmo que más nos convenga.

Un beso enorme Jody.

Anonym hat gesagt…

La confianza no es una marca registrada, es un acto de generosidad.
Jody

Anonym hat gesagt…

Cuando se traiciona la "generosidad" de forma indiscriminada y sin ningún pudor, se acaba la confianza, Menos en algunas personas que prefieren pensar que aguantan lo que sea, puesto que olvidaron la autoestima en el bolsillo de algún pantalón.

Anonym hat gesagt…

cuando la confianza no ha existido nunca todo lo que se diga parece broma
Jody

Anonym hat gesagt…

raziel habla con conocimiento de causa. te conoce. habla de ti.
la otra con sus palabras memorizadas de libro de autoayuda que no le ha servido de nada, quisiera conocerte, y por eso habla de nadie. porque no tiene ni puta idea.

tumejoramig@ hat gesagt…

¿y que sabe éste último anónimo de mi?... me encantaría saber quien es, porque indiscutiblemente no me conoce. Pero no firma! que pena!

Jody, la confianza más importante es la que tienes en ti mismo, tu sabes quien eres, lo que sientes, lo que necesitas, lo que tienes para ofrecer, y esa es la única verdad. Y si confías en tí mismo, todo estará bien. Lo demás cielo, son añadiduras, regalos que nos dá la vida.

Mas besos Jody!
Ana

welch hat gesagt…

¿Cómo entonces me voy a enfrentar a la “vida al natural” suena a.....EXCUSA?, ¿ESTÁS BUSCANDO EXCUSAS?